Biografía del eterno director de la Reserva Federal (FED) de los Estados Unidos: Alan Greenspan, escrita por el periodista Bob Woodward, famoso por destapar con su amigo Carl Bernstein el escándalo del Watergate.
Esta biografía, creo, deber ser analizada en dos partes. Uno: la reportería de Woodward, su relación con las fuentes, la construcción de las escenas y la narrativa del libro. Dos: análisis de la personalidad de Greenspan y elementos importantes de la relación de la FED con el gobierno gringo y de éste con el resto del mundo.
Greenspan está escrito a manera de novela. No es fácil. El tema económico suele prestarse para textos ladrilludos y cargados de cifras. Woodward hace alarde del mejor periodismo norteamericano, combinando elementos de ficción con la reportería. Escenas bien construidas que son productos de la recolección de ingente material para escribir el libro y análisis, en palabras del protagonista o del autor, para explicar un tema económico de difícil compresión. Un libro de fácil lectura, pero sin puntos altos, es casi plano.
Hay un exceso de reuniones del FOMC (Gobernadores de la FED), importantes por sus decisiones, pero que no revelan diferentes aspectos de la personalidad de Greenspan. En las reuniones, donde se definía el tipo de interés, interbancario o a largo plazo, suponen una lectura detallada del periodista para encontrar los elementos claves de las conversaciones, de las tensiones que se dieron y de la importancia de éstas para el futuro de Greenspan. Sin embargo, el periodista abusa del comportamiento de las reuniones, olvidando, la relación con su novia, con los libros, que podrían brindar mayores elementos para dilucidar el Greenspan no económico.
Un problema típico de los norte americanos, y no le falta a Woodward, es creer que su país es un ejemplo de democracia perfecta. El periodista nunca se pregunta por la puerta giratoria que existe entre la FED y las grandes empresas transnacionales; cree que el “idolatrado” libre mercado de Greenspan es producto de su sesudo e intelectual concepto económico y que su obvia lambonería, no es lambonería, es la actitud de un camaleón político. Problemas, se ha dicho, le restan capacidad crítica al libro, pero no disminuyen su calidad.
Personalidad de Greenspan. Un hombre al que se le comparo con Dios, por el Wall Street Journal, celebridad en EE.UU y el mundo entero y con un inmenso poder sobre la economía global, era un dogmático del Libre mercado, al que idolatra, como se dijo anteriormente. Un hombre sin muchos escrúpulos; defensor de la autonomía del Banco Central frente a la política económica del ejecutivo, lo que lleva a controlar, de manera exagerada, los brotes, posibles o no, de inflación, incluso con medidas que afectarán la calidad de vida de las personas.
Greenspan es multimillonario, estudioso, disciplinado, un hombre que entiende que debe mentir para permanecer en la política, amante de la música clásica, que se relaja, óigase bien, realizando problemas de cálculo. Republicano hasta la médula, sin mayores pretensiones que no sean las intelectuales. Estos aspectos, que no creo sean del todos ciertos, no son abordados en profundidad por Woodward. Existe un vacío en el Greenspan fuera de la economía.
Notas: existen cuatro puntos que llaman poderosamente la atención del libro. Si se hiciera una reedición, actualizada, se tendría que decir que el prólogo es falso. Greenspan fue el culpable de la mayor catástrofe económica del mundo, después del crack del 29, por la defensa del sacro santo libre mercado. El papel de la FED, además de las tasas de interés, era resolver, a cada hora, las caídas de los mercados, lo que demuestra la inestabilidad, endógena, del capital. Marx tenía razón.
En uno de los apartes del libro, el Ministro de Economía de México, Sr. Ortiz, llega con una preocupación: después de firmado el NAFTA, tratado de libre comercio con los Estados Unidos y Canadá, México se encuentra en una crisis de balanza de pagos. No tiene la menor idea que hacer y viene, en un acto de sumisión sin precedentes, a que la FED no solo le ayude, si no que le resuelva el problema. Greenspan y Clinton, advierten que de no salvar la economía mexicana el paradigma del libre mercado que “si funciona” podría hacer colapsar la confianza de la Bolsa de Valores y crear un efecto dómino en el mundo. El congreso gringo aprueba un préstamo de 40 mil millones de dólares a una tasa de interés que supera la usura.
Las discusiones en el seno de la FED giran, aunque no se crea, en lo negativo que resulta que un país tenga alta tasas de crecimiento y la tasa de desempleo baje más del cinco por ciento. Parece irreal, pero el dogma de la inflación controlada y no flexible, lleva a Greenspan y al FOMC, controlado por él, a aumentar las tasas de interés para que la economía no crezca más ni produzca más puestos de trabajo.