1. Alan Greenspan, padre de la desregularización bancaria en Estados Unidos y ex presidente de la Reserva Federal, una de las personas más importantes del mundo tenía un miedo: la inflación. Todas las semanas, sin falta, reunía su staff, incluida dos o tres banqueros, para definir la tasa de interés a largo plazo (a personas naturales) o interbancaria. Un día, cuenta el gran periodista Bob Woodward, Greenspan dudó[1]. La expansión de la economía norteamericana, durante el mandato de Bill Clinton, redujo el desempleo a menos del 5%. Las familias consumían, los bancos prestaban y ante la demanda, los precios subieron: ¡inflación! el hades neoliberal. Greenspan aumentó la tasa de interés que contraería los empréstitos y así el empleo.
¿A quién beneficia la medida? A los banqueros y a los multimillonarios cuyo inmenso capital renta a tasas más elevadas. Le dicen confianza inversionista.
2. En 1987 cada Bolívar, la moneda venezolana, costaba 16 pesos. Los venezolanos gastaban a manos llenas en las fronteras, lo que convirtió, por lo menos a Cúcuta, en la mejor plaza de marroquinería de Colombia. En los noventa llegó la primera devaluación: cada bolívar costaba 7 pesos. Los comerciantes colombianos se suicidaban pero los venezolanos seguían comprando sin límites. En el 2003, después del intento de golpe de estado a Hugo Chávez y el connato de fuga de capitales, el Gobierno Bolivariano vuelve a devaluar y así lo ha hecho desde entonces: cada bolívar cuesta, ahora, 30 centavos de peso. La relación es inversa: los venezolanos ya no van a la frontera y los colombianos compran al otro lado del río para vender más caro en nuestro país. La revaluación del peso frente al bolívar y el dólar tiene en crisis la frontera, sirve como subsidio al importador y como impuesto al productor nacional. En resumen: la quiebra.
3. El postmodernismo niega la verdad, su búsqueda y la comprobación del método científico. Su doctrina, su pensamiento “débil” como afirma el italiano Gianni Vattimo, el multiculturalismo, se tomaron el mundo, como el libre mercado.
En el postmodernismo, especialmente en la ciencia, dice el filósofo argentino Mario Bunge: “todo vale por igual: la filantropía y el canibalismo, la ciencia y la magia, tu virtud y mi vicio”[2]. En la arte, Jackson Pollock dispara, como un escolar, pintura sobre un lienzo y se le llama expresionismo abstracto; en la música, John Cage se sienta en el piano, espera tres minutos 44 segundos sin tocarlo, se levanta y se va y se denominaba como “demasiado vanguardista”[3]; en literatura, el tiempo no existe así como el argumento y en arquitectura la estética es reemplazada por lo abstracto, como la horrible Casa danzante de Praga. Cualquier persona es artista, no importa la técnica, ni el sentido, se camufla lo superficial y mediocre con retórica imposible de descifrar.
4. El libre mercado, como el postmodernismo, es reaccionario, lucha por el pasado, como todo lo que necesite el prefijo neo o post, diría José Luis Sampedro. Niega la historia y las conclusiones del método científico: no funciona la revaluación, no importa, ni el control férreo de la inflación, no importa; para probarlo esta la teoría. Surgen de la filosofía y economía de Hayek en el Camino de servidumbre y fue aupado por la CIA y el pentágono durante la Guerra fría que mantuvo Estados Unidos con la Unión Soviética. Mismo padre, mismo camino.
5. Los planes de ajuste de la Troika a Europa fueron aplicados en Latinoamérica desde los noventas. En Colombia por órdenes del Fondo Monetario Internacional y por el UPAC, la vivienda se pagaba 18 veces[4], lo que produjo la emigración masiva de compatriotas al extranjero. Pero va más atrás. Los españoles aplicaron las reformas borbónicas en nuestros países para retomar el control de la colonia y acrecentar el poderío económico del otrora imperio: aumento de los impuestos, monopolio extranjero sobre la producción y liberación de las importaciones. A la postre, las reformas fueron leña para el fuego del grito de independencia. Así ocurrió y ocurrirá. La sociedad superó la larga noche de mil años y dejará a tras a la pandilla dogmática, neoliberales y postmodernos, que la quiere devolver al pasado. Dice un proverbio venezolano: El amanecer llegará aunque los gallos no canten.
[1] Woodward, Bob. Greenspan. Península. 2004.
[2] Guevara, Guillermo. Contra el postmodernismo. http://moir.org.co/Diatriba-contra-el-posmodernismo.html
[3] http://milcapeguero.com/2010/01/11/postmodernismo-musical/ Milca Peguero
[4] Castro Caycedo, Germán