León María Lozano, un vendedor de quesos, católico a ultranza y asmático, se convierte en el protagonista de una espiral de sangre que sacudió a Tulúa, y a toda Colombia, después de la muerte de Jorge Eliecer Gaitán, el 9 de abril de 1948.
Lozano de a poco se va convirtiendo en el líder de los pájaros, la banda de paramilitares conservadora que a sangre y fuego intentó imponer un modelo de sociedad en el país. Lozano, que existió en la vida real, solo leía el Nuevo Siglo, escuchaba radio católica e iba a misa de los salesianos todos los días a las 6 de la mañana.
Y así como rezaba, mataba. Tuluá, cuenta Gardeazabal, tuvo más de mil muertos entre 1948 y 1953.Y eso que es un pueblo pequeño al norte del Valle del Cauca.
Cóndores no entierran todos los días es un libro difícil. De la nada aparecen muchos personajes que no tienen seguimiento, que solo aportan un rato a la trama. Además, está escrito en tono Garciamarquiano, sí existe el término.
Toda esa onda del boom latinoamericano, en dónde no existe una trama lineal, sino que salta de un momento a otro, y en medio cuenta micro historias, lo vuelve complicado. Sin embargo, después de una de las masacres más importantes en el municipio y cuando Lozano se muestra como el jefe de la banda, el libro mejora mucho.
Un documental de la revista Life sobre la vida de Lozano, lo consagra. Lo convierten en un prócer conservador. Lo declaran: el cóndor de los pájaros. De ahí el nombre del libro.
PD: las masacres de Lozano contaron con el apoyo, silencio y financiamiento del Partido Conservador, y de los presidentes de la época: Mariano Ospina Pérez, Laureano Gómez, y Rafael Urdaneta.
Cosas interesantes del libro
- En la época de la Violencia colombiana, los liberales incendiaron las Iglesias y colgaban a los sacerdotes de los testículos. Según el libro.
- A las personas les daban cédulas electorales que los definían como Conservadores o liberales.
- Los medios decían que a los liberales los mataba el apocalipsis y a muchos abogados no podían ejercer por no ser conservadores.