El infinito en junco (Irene Vallejo)

La historia de los libros desde la invención del alfabeto en Sumeria, hasta la obsesión de Roma con las bibliotecas y la destrucción de Alejandría por las hordas cristianas. Es un ensayo sin mucho orden, basado, igual que De animales a dioses, en temas y no por tiempo. 

Muy fácil de leer, lleno de anécdotas que explican perfectamente el punto que quiere tratar la escritora y, en algunos casos, con humor. Un bestseller que merece la pena ser leído.

Nota: al final lo sentí un poco repetitivo. Varias veces lo escribió: como ya lo dije. Sin embargo, no le quita ni un punto la calidad y entretenimiento al libro.

Los mejores apuntes son:

  • La novela de Alejandro fue el libro más leído en el mundo premoderno.
  • En el siglo IV las personas no leían mentalmente. Lo hacían en voz alta.
  • La disputa entre Ptolomeo y Euemes dio origen al pergamino. En el imperio romano se escribió sobre papiros. Ptolomeo no quería exportar el papiro a Pérgamo, hoy Turquía. Por eso en la ciudad mejoraron el papiro, escribiendo sobre cuero.
  • Existen papiros muy bellos fabricados con pieles de color blanco profundo y textura sedosa, llamadas vitelas. Procedían de crías recién nacidas.
  • Los vestigios más antiguos del alfabeto se encontraron en una pared rocosa llena de graffitis, cerca de una árida carretera en Wadi el Hol.
  • Tras sus experimentos, Wegner piensa que si recordamos dónde encontrar informaciones importantes, incluso sin retener el conocimiento, estamos ampliando las fronteras de nuestro territorio mental.
  • Eróstrato quemó una librería famosa solo para ser famoso. Al síndrome de “popularidad” se le llama síndrome de Eróstrato.
  • El efecto Werther se le conoce a la imitación de la conducta suicida. Viene del libro Loslos sufrimientos del joven Werther, novela de Goethe, vetada por temas de salud pública.

Una frase hermosa resume la historia de las letras:

“El alfabeto de mi infancia, el que me observa ahora mismo desde las hileras oscuras del teclado de mi ordenador, es una constelación de letras errantes que los fenicios embarcaron en sus naves. Surcaron el mar rumbo a Grecia, luego navegaron hacia Sicilia, buscaron las colinas y los olivares de la actual Toscana, merodearon por el Lacio y, de mano en mano, fueron cambiando hasta alcanzar el trazo que hoy acarician mis dedos”

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