El ruido de la discoteca no dejaba escuchar lo que decía. Era un moreno flaco, no muy alto y con cara de niño. Sudaba a chorros. En Puerto Berrío, no importa la hora, la humedad golpea a sus ciudadanos y, especialmente, a los que llegan desde Medellín. El otrora puerto más importante de Antioquia, es hoy un fortín de la corrupción y pobreza.
- Quiero ser … – dijo casi a los gritos, pero no se oyó.
Salimos del lugar. Eramos cuatro. Improvisé una explicación de la nueva democracia que propone el Polo para impresionar a mi cita, pero no funcionó. Se reían de lo que comentaba. Maldije en mi interior y lo oí.
– Quiero y voy a ser Diputado – dijo en un tono jovial y serio, que aún hoy mantiene.
– Si usted llega a ser Diputado, le trabajo gratis – contesté en burla.
De eso, hace 10 años. Aunque no recuerdo haber contestado de esa manera, varias fuentes lo confirman y, a lo lejos, tiene mi huella. No pagué la apuesta.
Hoy, ya no es flaco, ni tiene cara de niño, pero sueña como en esa época.
Fuimos compañeros en la Unidad Legislativa del ahora representante a la Cámara, Jorge Gómez y a pesar de las presiones, jamás lo he visto bravo. Ante las fallas de su equipo contesta amablemente, corrige sin herir y valora el trabajo que con esfuerzo realiza su UTL. Si la falla es propia, acepta el error y continua. Si no sabe pregunta y consulta. Combina perfectamente la premisa de Mao de democracia y decisión. Los resultados positivos saltan a la vista.
En dos años en la Asamblea, interpuso la tutela que detuvo la venta de Savia Salud, denunció el volteo de tierras de la Gobernación, el aumento injustificado y anti técnico del avalúo de vehículos, la corrupción de la empresa Valor +, a la que denominó un ducto: llega la plata y se va para los bolsillos de los amigos de Luis Pérez. Y muchas cosas más que invito a revisar.
Le han quemado los pasacalles, invisibilizado sus vallas, Mauricio Tobón anunció en Twitter que lo denunciaría por injuría y calumnia, Luis Pérez lo acusó en medios de mentir en sus publicaciones y atentan a tiros contra su integridad física. La persecución es evidente e infame y él, como representante del POLO, no se rinde.
Sabe de su importancia para la organización y Antioquia, se lo dicen y lo entiende, pero no se le sube el poder y los medios a la cabeza. Otros dirigentes, incluidos en los sectores alternativos, se “marean” con un puesto, dos cámaras y una nota en El Colombiano. Ya no caben en su sombra. Luis, en cambio, es la misma persona que conocí en las afueras de la discoteca en Puerto Berrío, con un interés genuino en ayudarle a las personas.
Además de excelente político e investigador, es una buena persona. “Esa sonrisa me inspira confianza” me dijo una amiga cuando diseñaba su volante. A mí también. Su optimismo, algunas veces, me abruma y molesta. Pero hace 10 años dudé y me ganó, así que no cometeré el error dos veces.
Porque Antioquia lo merece y él se lo merece, a la Asamblea voto por Luis Peláez, QueremosPolo + 51.