El alcalde de Medellín, Daniel Quintero, celebró con júbilo la aprobación de la etapa de pre factibilidad del Medellín Arena, un centro de espectáculos para 18 mil personas que se hará en la ciudad. La construcción venía acompañada con el anuncio del nuevo “mega” hotel en Plaza Mayor y la remodelación del estadio Atanasio Girardot, donde “hasta Medellín, DIM, podrá ganar la Libertadores”. (http://bit.ly/2O88vfi)
Los tres escenarios fueron vendidos como una necesidad para ser más competitivos a nivel internacional y traer a Medellín, espectáculos “de gran nivel, de gran altura y de gran capacidad” (http://bit.ly/2MvyWuO). La prioridad económica de la ciudad, desde hace décadas, está centrada en la internacionalización de los mercados y el turismo.
La importancia del turismo es tan alta, para la dirigencia regional, que el plan de recuperación económica de Medellín, establecido en la segunda parte del Plan de Desarrollo de Quintero, la pone como recurso principal para sacar a la ciudad de la crisis producida por el Covid19. ¿Lo podrá hacer? No creo.
El 2020, por obvias razones, fuel el peor año para el sector en la historia. Según la Organización Mundial del Turismo, OMT, se perdieron 1.6 billones de dólares y hubo una reducción del 76% de vuelos internacionales. En Medellín, por su parte, se perdieron 15 mil puestos de trabajo y la ocupación hotelera fue de 3.2% en los primeros meses de la pandemia. En el 2021 y 2022, se espera una recuperación, pero el miedo al contagio y la falta de recursos, cambió las prioridades de los viajantes (https://bit.ly/2O88vfi).
Antes de las cuarentenas, el turismo generaba 50 mil puestos de trabajo directos y otras 40 mil indirectos en la ciudad, mientras la manufactura 231 mil directos y 124 mil indirectos, además, como es obvio, del encadenamiento productivo que incluye la producción industrial. Es importante promover el turismo en una ciudad resiliente que crece entre las cenizas de la violencia y el narcotráfico, pero lo principal, siempre, será la manufacturera, que nos catapultó en décadas anteriores. En Medellín, por desgracia, sucede lo contrario.
Mientras el Plan de Desarrollo dedica un capítulo al turismo, a la industria manufacturera ni una palabra. Es más, el ostracismo: “las dificultades de tipo logístico que presenta la ciudad de Medellín elevan los costos de transporte de bienes, e impiden el desarrollo de una industria de manufactura de bienes con precio competitivos”[1]
Lo mismo pensaba Federico Gutiérrez, ex alcalde: “Medellín, ciudad que ha venido cambiando su esquema industrial por un modelo basado en el conocimiento” y la ministra del gobierno Santos, Cecilia Álvarez: Hay gente que piensa que una política industrial es proteccionismo, pero queremos que Colombia sea cada vez más competitivo para el mercado externo e interno” (http://bit.ly/3aYp8Tq) Y, también, el ex director de productividad, Daniel Arango: “Los encadenamientos productivos, la competitividad, la productividad basada en la innovación, y la internacionalización de las empresas, son los cuatro ejes principales de la política industrial moderna del país para que los empresarios crezcan, compitan, generen empleo y conquisten nuevos mercados”. Todos ellos, siete años antes de la administración Medellín Futuro. El hijo del Tricentenario no inventó ni cambió nada, solo lo continuo.
30 años del actual modelo económico demuestran que el turismo, y la especialización en productos tropicales, no nos sacará adelante. La industria, en cambio, ya lo hizo, nos dio un pasado glorioso que debemos, y tenemos, que cuidar y emular.
[1] Plan de Desarrollo: Medellín Futuro.
Muy bueno