Fico, ¿y la industria?

En el Concejo de Medellín se debate el Plan de Desarrollo presentado por el Alcalde de la ciudad, Federico Gutiérrez. Son 635 páginas de buenas intenciones, de frases de cajón y, especialmente, de continuidad en el modelo aplicado durante 25 años: internacionalización, emprendimiento e innovación.

Los discursos o planes de desarrollo, se entienden por lo que dicen y por lo que no. Son cinco capítulos y ninguno dedicado a lo que alguna vez hizo importante a la ciudad: la industria. Es más, se admite la pérdida de manufactura por una economía de conocimiento: «Medellín, ciudad que ha venido cambiando su esquema industrial por un modelo basado en el conocimiento; todo lo anterior, basado en un ecosistema a la vanguardia en emprendimiento, tecnología y negocios innovadores».

La innovación no es otra cosa que moldear la ciudad a las necesidades que impone el neoliberalismo. La ciencia y la tecnología son, per se, innovadoras. Nadie es innovador inventando la imprenta. La afirmación del Plan es coja: «Hoy es claro en el mundo que no hay mayor generador de bienestar para las sociedades, que aquel que se produce desde el desarrollo generado por la Ciencia, la Tecnología y en especial la innovación» Los países desarrollados, y ejemplos de industria e innovación (Corea del Sur, Japón, Singapur) apuntan por la manufactura y así, crear elementos nuevos y diferenciadores en el mercado.

Es una conjunción de factores, impulsados, especialmente, por el Estado. Los Centros de Desarrollo Zonal, Cedezos, el Banco de las Oportunidades, los laboratorios de creación, Cultura E, todos fortalecidos por el Plan de Desarrollo, no funcionan. El 50% de las empresas mueren a los diez años de existencia, el valor agregado industrial ha disminuido del 18% en 1990 al 13% actualmente y Medellín cuenta con 591 grupos de investigación en Grado 1A en Colciencias.   

En Medellín están, por ejemplo, el 20% de la industria en Colombia, el 12% de sus empresas corresponden a la manufactura, que genera el 78,4% de las exportaciones del departamento. Las confecciones, especialmente madres cabeza de familia que tienen empresas en sus casas, generan, según la Cámara de Comercio del Valle de la Aburrá, el 30% del empleo en la ciudad. Sin embargo, ni una palabra para las pymes, que son el 91%. Es más, existe un renglón para aumentar la inversión extranjera de 52 a 54 unidades.

Ni una palabra para la industria de alimentos balanceados que depende del 60% de materias primas importadas; ni una palabra para el contrabando que golpea los productores antioqueños y genera pérdidas por encima de los 50 mil millones de pesos y mucho menos para defender el sector como principal creador de empleo formal y altos salarios, en una ciudad cuyo promedio de ingreso es 821.000 mientras la canasta familiar es de 1.556.000.

El Plan de Desarrollo de Fico, por lo menos para la Industria, es igual a los anteriores: malo y desdeñoso con la importancia que tiene las manufacturas para la ciudad. Este plan “no cuenta con vos”.

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