La amenaza asiática

En el 2003, Enka de Colombia se somete a una reestructuración financiera, llamada Ley de insolvencia. Estaba quebrada y necesitaba pagarles a sus acreedores, incluidos trabajadores, más de 320 mil millones de pesos. ¿La razón? Las importaciones de poliéster de China y los países asiáticos no la “hacían competitiva”, a pesar de comprar maquinaria de primera generación por valor superior a los dos millones de dólares.

No estaba mintiendo. Los trabajadores congelaron sus salarios y la empresa, 13 años después, tiene cancelado casi el 96% de las deudas.

La reestructuración va hasta el 2021 y, según se desprende del periódico Portafolio, los dueños no quieren salir de la Insolvencia financiera, pues le otorga plazos, intereses que no tienen en el mercado normal. 

Las importaciones de telas de China, aumentaron, según Proexport, más de 1200% y de tejidos 5700% en el 2014. Esto afecta a las empresas como Enka y a las 6547 pequeñas y micro empresas de textil que hay en Antioquia, casi todas de madres cabezas de familia.

Enka sobrevive con una inversión de 100 millones de dólares en innovación para su planta transformadora del PET, lujo que no pueden darse las madres cabezas de familia. Las importaciones asiáticas en textil y calzado, quiebran las empresas nacionales que no pueden competir contra sus precios. China representa, por ejemplo, el 60% del mercado mundial de calzado, mientras que Latinoamérica tiene un 2%. Emiliano Duch, líder en industrias competitivas del Banco Mundial, ha dicho que la capacidad de textiles de China es “ilimitada”. 

En siderurgia la historia es igual. La ANDI aseguró que se han perdido 6.3% de los empleos en el sector y se prevén pérdidas de 100 mil empleos adicionales. La amenaza es cierta: 19 de las 20 empresas siderúrgicas y metalmecánicas más grandes de China son de propiedad estatal. Hasta el año 2007, las siderúrgicas chinas recibieron por lo menos USD 52.000 millones en subsidios. Colombia importa el 69,7% del acero de países como China, Japón y Corea del Sur.

La competencia es tan desigual, que entre el 2000 y el 2013 China invirtió 800 mil millones de dólares, lo que equivale la suma del PIB de Colombia, Chile y Perú en 2013 y más del doble del PIB colombiano de ese año. El sector no es menor en el país, representan el 12 de la producción y el 15% del empleo industrial. 

Y aunque la ANDI afirme que se trata de “competencia desleal”, la clave está en el apoyo estatal, en el desprecio por las patentes y propiedad intelectual y en la decisión política de proteger su país y su industria, con tasas de crédito preferencial y desprecio por las recomendaciones de la OCDE. Todo lo contrario a lo que hace Colombia.

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