1. No podemos depender de importaciones para producir alimentos. Colombia importa el 65% de la materia prima para la producción de alimentos balanceados, de animales, y 12 millones de toneladas de nuestra comida. No debe haber más tratados de Libre Comercio.
2. Hay que acabar con las viviendas VIP de menos de 60 mt2. En Medellín, como en toda Colombia, se crearon “ciudadelas” de casas con 45 mt2 o menos, de 25 pisos. Todo un negocio inmobiliario para los banqueros. En estas casas, una cuarentena es una celda.
3. La salud no puede ser un negocio privado. Es demasiado importante para estar sujeto a las leyes de oferta y demanda. El mayor prestador debe ser El Estado: con calidad y atención oportuna.
4. Los contratos a término fijo y por prestación de servicios no sirven. No le ofrecen seguridad a nadie. En tiempo de crisis, cuando más necesitamos solidaridad y consumo, las empresas “suspenden” o despiden a sus empleados.
5. La economía debe estar basada en la solidaridad y no en el egoísmo. La premisa fundamental de los Chicago boys, egoísmo como forma de desarrollo, funciona en una sociedad sin clases, crisis, problemas, una sociedad irreal.
6. El personal de salud debe ser muy bien pago. En general, los trabajadores vinculados a la educación y salud. La exposición de su vida, en tiempos de crisis, merece una compensación acorde con su responsabilidad.
7. La innovación y tecnología en ciudades como Medellín no puede depender de mercaderes como Ruta N. Es la universidad, UdeA o UNAL, la que debe liderar las cosas. Durante la crisis del Coronavirus, los grupos de investigación de la UDEA desarrollaron prototipos de respiradores mecánicos, indispensables para crear Unidad de Cuidados Intensivos, UCI, de las clínicas (https://bit.ly/2UqV7SR).
Ruta N, en cambio, es la dedicada a promover la innovación en la ciudad, pero su objetivo es vender servicios y emprendimientos por fuera de Medellín. La UdeA, como Stanford en Sillicon Valley, debería jalonar la ciencia, tecnología e innovación como base de un modelo industrial que consuma lo producido.
8. Los servicios públicos nunca pueden estar en manos de privados. La energía, el internet, el agua y gas son indispensables para vivir. Las temporadas de crisis, que en Colombia no son la excepción sino la ley, las empresas públicas podrán donar, sacrificar o ceder una parte de sus ganancias por el bienestar general. Las empresas privadas no; no es su función ni naturaleza.
9. No se puede sacrificar calidad de vida por productividad. En algún momento lo pagamos, como lo hacemos con la crisis del COVID-19. Para intentar competir con las grandes potencias, entregamos nuestra soberanía, los salarios de los trabajadores, la naturaleza y flexibilizamos el pago de impuestos.
10. Si logramos vencer el Coronavirus en Colombia, es posible construir otro tipo de sociedad. Necesitamos un Estado fuerte que llegue a todo el territorio y no sometido al mercado.
Adicional (11): hay que acabar con este modelo económico neoliberal. No sirve. Nunca sirvió. Y cuándo la mano invisible es incapaz de resolver los problemas se hace más evidente. Desde el 90, cometimos el error de creer en el libre mercado. Pero dice el proverbio árabe: La primera vez que me engañes, será culpa tuya. La segunda será culpa mía. Los colombianos somos tercos pero aprendemos.